30.7.09

y...

sino alcanza con reir a carcajadas múltiples con amigas, si una igual vuelve destruida como si nada.
sino alcanza con las micro felicidades diarias, si a la hora de acostarse los ojos vienen con lágrimas.
si me quedé formateada así, no digo para toda la vida, ni por un año, digo por seis meses más. si por seis meses más me quedé formarteada así, con la tristeza a flor de piel que me ataca en cada descuido.



post data para los que me generan las microfelicidades: eterno agradecimiento.

26.7.09

Ficciones

Cuando se encontraron, todo fue tal y como lo habían imaginado: imprevisible. Reconstruir lo que parecía ya tener forma, lograr de a poco la confianza, reconocerse. La desazón de que no haya un lugar que los recibiera, los hizo caminar. Por Libertador dijo ella, aunque dobló para Plaza San Martín, porque es linda y le gusta y tiene anécdotas para contarle y romper con esas palabras no conexas que se están diciendo. Sólo después de un rato empezaron a charlar de verdad, los gestos al hablar pasaron a formar parte del paisaje y dejaron de ser protagónicos. Lo que no se debe decir, también comenzó a ser dicho y ella sonrió con verguenza, aprovechándose de eso, de saber que su sonrisa desviaría la atención de su no respuesta.
Si decidieron irse de la Plaza, su nueva casa, es porque hacía frío.
Otra vez a caminar.
Ella piensa en Santa Fé porque se imagina yendo al cine con él como un paseo único; pero el miedo la hace seguir por Florida, imaginando que tal vez mejores sean los cines de Corrientes, menos gente, menos público, más nosotros. Cuando se lo propone (en otros términos, claro) siente que se está desnudando, que la frescura que intenta imprimirle a esa frase no alcanza, que es obvio. Pero como él acepta, ella tiene la impresión de que para él esa oscuridad cinematográfica también será un resguardo.
El título era indistinto, lo importante era la sombra y los brazos que por error se chocaban una y otra vez en el apoya brazos. Cuando él le corrió el pelo del cuello, ella tembló imperceptiblemente. Otra vez, la sensación de subeybajamontañarusesco a la altura del pecho cuando lo sintió cerca y murmurante. Pensó que él no quería todo el floreo pero también que no podía evitarlo, por ella y por las objetividades. Ella supo que no sabía y que por suerte podía no decidir ella. La decisión venía tomada de ante mano, era sólo seguir respetando las condiciones materiales, jugando en el filo, probando hasta dónde se pueden torser sin romper. El murmullo se convirtió en un beso a la vez suave y seguro en el ángulo justo en el que la cara se convierte en cuello a la altura de la oreja. El subeybajamontañarusesco le recorrió el cuerpo. No había retorno. Ella lo miró, otra vez necesitaba saber quién estaba ahí. Deseó que el cine esté vacío para sentarse sobre él como si fuera su dueña. Ansió que las manos sean lengua ahora que sentía las de él sobre sus piernas. Subeybajamontañarusesco. Ella apoyó con fuerza su mano sobre la de él, para que se quede donde estaba, para que no siga, para que sienta el subeybajamontañarusesco. La cara de desencajado con la que la miró, le hizo saber que lo sentía.
Salir del cine no fue fácil. Ella se fue al baño, para tomarse un minuto, para mojarse la cara roja, para tratar de pensar dentro del remolino, para seguirse confundiendo. Cuando salió él la esperaba abstraído, la magia del hechizo semi rota, por la luz, por la conciencia. Bajaybajamontañarusesco de sentirse en offside. La conversación perdida, el alma expuesta.
Lo que volvió fue porque ella casi tropieza y él la agarró para salvarla y por un momento la sensación de los cuentos regresó. El frío hizo el resto. Enredados en la salvación se miraron subeysubemontañarusesco. Él balbuceó, ella se dejó besar y buscó con la espalda una pared donde apoyarse. Tuvo la sensación de que quien se apoyaba en la pared era él, que estaba siendo atravesada.

8.7.09

Despacito tejen las arañas su tela, su telita, su arma. Shhhhhhhhh

6.7.09


Pegada a la nada.
Con ganas de que esa nada sea constancia.
Sin saber darle otra forma a las ganas.
Con el no ser en los ojos virtuales.
Sin saber si se quiere que sea.

Pegada a la nada incluye un vagar indeciso,
un buceo sin excusas en aguas ya transitadas, ¿peceras?
Peceras que de tanto nadarlas, a veces muestran un pez.